La ausencia
¿Quién me recordará la que partió?
Lo que la brisa trajo con la brisa se fue.
Adormece tu dolor, Hafiz,
tu viejo dolor con vino viejo.
Únicamente el vino puede darte
la felicidad, y tú lo sabes.
¡Ay! ¡Qué fácil le resultó abandonarme!...
Por eso, ya acostumbrado a este dolor,
no busco para él remedio alguno.
No pretendas torcer el viento
aunque sople según tus deseos.
Aunque la suerte parezca favorecerte
no tuerzas nunca tu camino.
Y no preguntes tampoco el “como”
ni el “porqué”. El fiel esclavo
acata ciegamente las órdenes del amo.
¿Quién te ha dicho que Hafiz
pensaba aún en ti? ¡Oh bienamada,
eso es mentira!...
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